Buenas noches queridos hermanos.
Voy a hacer una preguntica. Antes de este Ćŗltimo himno, leĆamos en la Ćŗltima parte “mantened el faro ardiendo.” Hermano, dĆgame, usted quĆ© cree que significa “mantener el faro ardiendo.” Dios es esa luz que alumbra en nuestro camino. Y con que fin nos estĆ” alumbrando el camino a nosotros? Para que nosotros alumbremos con esa luz. ĀæCómo vamos a rescatar al perdido? Con esta palabra anunciada vamos a salvar a muchas almas. Y de eso se trata el estudio de hoy.
Predicar el evangelio, eso es algo que hemos aprendido una y otra vez. Eso es lo que nos recuerdan estos himnos, de salir a anunciar el evangelio.
Eso es algo que yo veĆa desde hace mucho. HabĆan hermanos que me decĆan a mi “Ā”salgamos llevando la palabra del evangelio!” dónde estĆ” esa evangelización que la Iglesia de Cristo ha sido comisionada a hacer por todo el mundo?
Yo hermanos soy motivado primeramente porque como advertencia de Dios para mi vida es “no se quede callada. Hay que ir a predicar esta palabra para que ellos tambiĆ©n sean advertidos,” y cuando yo abro esta palabra y comienzo a leer yo tambiĆ©n soy advertido por Dios.
ĀæQuĆ© dice la palabra en 1 Corintios, capĆtulo 9? Vamos a leer los versĆculos 16 y 17. Primeramente vemos al apóstol Pablo entendiendo Ć©l mismo que ese mismo evangelio que Ć©l aprendió y obedeció se convirtió en una necesidad. JesĆŗs fue el que lo llamó a Ć©l en el camino por medio de una luz, y por medio de esa luz le decĆa que necesitaba que fuera a predicar el evangelio. Era una imposición, un mandato para su vida. Entonces cuando llegamos a ese punto en la palabra que dice “ay!,” yo entiendo ese “ay!” como un seguro castigo de parte de Dios, un fuego eterno.
El apóstol Pablo estaba declarando para sĆ mismo que si Ć©l no obedecĆa su voluntad de la evangelización, ay! de lo que le esperaba. Ese “ay!” puede ser para nosotros. “Ay!” de nosotros si no anunciamos el evangelio. Eso fue lo que me llevó a mi a preparar esta enseƱanza.
Ese mismo “ay!” lo podemos encontrar en otras partes. Es un castigo de juicio del Divino. No son las consecuencias de que mi vida no vaya a ser fortalecida espiritualmente por estar en mi vida secular, es un “ay!” que se estĆ” imponiendo sobre esas personas que no anuncian el evangelio.
El evangelizar es una necesidad realmente de la vida del Cristiano. Por eso, el evangelio tiene que ser algo real en nuestras vidas, algo necesario para nosotros. Tenemos que cumplir una necesidad, una imposición de evangelizar a la comunidad. No podemos incumplir ese mandato de Dios.
Tenemos una comisión que recibieron los discĆpulos antes de JesĆŗs ascender al Cielo. Leemos en Mateo 28, versĆculo 19 y 20. Y en Marcos capĆtulo 16, versĆculo 15 y 16. “Id.” Ā”Hay que ir hermanos! No solamente se puede quedar escrito. Tiene que convertirse en acción en nuestras vidas. Hay que obedecer ese mandato porque el que crea sea salvo, y el que no crea serĆ” condenado. NoĆ© pregonó lo mismo, un juicio divino. Por consiguiente los que obedecieron, sólo ocho de ellos se salvaron, como dice en Hebreos 11:7. NoĆ© predicó, y el resto del mundo, como dice ahĆ, se condenó. ĀæPero quĆ© hizo NoĆ©? cumplió esa voluntad de Dios. Si abrimos en JonĆ”s vamos a ver entonces tambiĆ©n a JonĆ”s, Āæy quĆ© hizo Ć©l? Dice JonĆ”s 1, del verso 2 al 4. Es notable que JonĆ”s no tenĆa ninguna buena intención ni voluntad de cumplir el mandato de Dios. ĀæCuĆ”l era la orden a JonĆ”s? De ir a advertir si querĆan que Dios los perdonara o los condenara. ĀæQuĆ© estamos haciendo nosotros ante el mandato de ir a predicar el evangelio? Vamos a leer en el capĆtulo 3, versĆculos 1 al 10.
No importa quiĆ©n crea o no crea. No importa quiĆ©n obedezca o quiĆ©n no obedezca. Decir que “al mundo no le interesa que va a haber un fin, y mucho menos que van a ser condenados.” ĀæQuiĆ©n es el que salva? Dios. ĀæQuiĆ©n es el que condena? Dios. ĀæQuiĆ©n es el que manda? Dios. Yo no puedo sacar la excusa de que “es que como la mayorĆa no quiere oĆr” y luego no hacerlo. QuiĆ©n sabe si va a haber alguien que nos escuche y finalmente decida obedecer el evangelio. Si nosotros no predicamos, tambiĆ©n vamos a ser condenados por eso, por no anunciar el evangelio.
Romanos 10:10. Habla de Dios siendo un Dios de judĆos y griegos, un Dios de todas las naciones. AsĆ considera Dios el caminar de aquellos que anuncian el evangelio de salvación, son hermosos sus pies. No importa quiĆ©n diga sĆ o quiĆ©n diga no. hay que cumplir, porque lo demĆ”s estĆ” en manos de Dios.
No por la dureza de Pablo aquellos que fueron mandados a predicar el evangelio dejaron de hacerlo. Pablo no se imaginaba que JesĆŗs lo mandarĆa a hacer lo mismo a Ć©l. Hechos 9:16. ĀæCuĆ”nto hemos padecido nosotros por predicar el evangelio? QuizĆ” no tendremos ese temor de tanto padecer porque no sufriremos como ellos lo hicieron. ĀæCuĆ”l es el miedo a no hacerlo? AhĆ es cuando el apóstol, despuĆ©s de empezar a sufrir, comenzó a darle la importancia a ese evangelio. Dice Romanos 1:16-17. ĀæEn quĆ© se convirtió el evangelio para el apóstol Pablo? En el poder de Dios para salvación de muchos. En eso mismo se debe convertir para mi. Eso necesitan muchos, que esas palabras que salgan de mi boca sean de salvación para sus vidas. Dios en su justicia castigarĆ” a aquellos que no obedezcan ese evangelio, pero tambiĆ©n salvarĆ” a lo que sĆ lo hagan. No podemos olvidar que sólo por la fe y la obediencia al evangelio es que podemos tener vida eterna.
En todo el tiempo que tenemos como cristianos, tenemos esta comisión. Nadie nos estĆ” contradiciendo ni tenemos una multitud diciĆ©ndonos “cĆ”llense, no los queremos oĆr.” No estamos padeciendo, entonces Āæpor quĆ© tenemos miedo? Salmos 2:2-12. ĀæQuiĆ©nes estĆ”n contra Dios? El mismo pueblo de Dios se opuso. Los mismos que decĆan creer en Dios se opusieron a su Hijo. Nadie le creyó a JesĆŗs, tampoco nadie le creyó a los que predicaron el evangelio despuĆ©s de JesĆŗs. Por eso aquellos que predicaron el evangelio pidieron fuerza y confianza para poder continuar haciendo su labor.
Hechos 4:23-31. Eso es lo que necesitamos nosotros, valor. Valor de cristianos, de creyentes, para que esa cobardĆa y esa frialdad se aleje de nosotros para salir a predicar el evangelio. Necesitamos orar hermanos. Esto es algo mĆ”s para incluir en nuestras oraciones, para quitar esa cobardĆa para predicar el evangelio, y ay! de nosotros si no lo hacemos.
Dios los bendiga hermanos.
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