Entra en escena otro pecado o situación que vivió la iglesia del Señor en el primer siglo. En este caso se trata de la mentira, del engaño. Existen cristianos que piensan que pueden mentir a Dios, engañar al Espíritu Santo y salirse con las suyas. Y aunque suene fuerte, se convierten en hijos del diablo, mintiendo a los demás y engañándose así mismos.
Juan 8:44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.
Consideremos el contexto bíblico para ver la situación y poder aprender a no caer en este pecado que desagrada a Dios.
Hechos 5:1-11 1Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, 2y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. 3Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? 4Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. 5Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. 6Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. 7Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. 8Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. 9Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. 10Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. 11Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas.
Lucas, quien escribe hechos, menciona este ejemplo, un claro y directo ejemplo del porque no debemos como cristianos mentir a Dios. Sin dudarlo, Dios, en su palabra declara estar completamente en desacuerdo con aquellos que emplean la mentira como medio de escape para no hacerse responsables de sus propios actos; estos son considerados cobardes delante de Dios. Dios no es un Dios de cobardes.
Ahora, regresando a nuestro contexto bíblico, aquí la mentira juega un papel destructor. En este caso, la mentira es motivada por la codicia de dos pseudocristianos. Donde quieren recibir reconocimiento por su generosidad.
Observemos que anteriormente un levita, natural de Chipre, que tenía una heredad, la vendió y trajo la totalidad de lo vendido a los apóstoles, para la obra de Dios.
Hechos 4:36-37 36Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, 37como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles.
Esto incentivó a muchos a hacer lo mismo, ahora, todo esta en hacerlo por las razones correctas.
Hechos 5:3 Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?
Es posible encontrar en el Antiguo Testamento ciertos paralelos con este relato. En la pureza del Paraíso, Satanás entró para tentar a Eva para que pecara contra Dios (Gn. 3:1). Su pecado afectó a toda la raza humana. Cuando los israelitas se consagraron a Dios observando el rito de la circuncisión y celebrando la fiesta de la Pascua (Jos. 5:1–12), el pecado de Acán de robarle a Dios tenía el efecto de destruir la pureza moral de Israel. Y así su pecado afectó a cada israelita. El engaño de Ananías igualmente pudo haber destruido la pureza de la naciente iglesia, la que se manifestaba a través de la unidad, el amor, y la armonía. Estos tres ejemplos nos sirven de advertencia.
Guiado por el Espíritu Santo, Pedro percibe a Satanás obrando en el corazón de Ananías y por eso le hace algunas preguntas certeras y categóricas.
- “Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón?” Por su propia experiencia, Pedro sabe cómo Satanás le persuadió a negar a Jesús tres veces (Lc. 22:31–32) y que puso en el corazón de Judas Iscariote la determinación de traicionar al Maestro (Lc. 22:3; Jn. 13:2, 27). Se da cuenta que Satanás tiene mucho interés en entorpecer el crecimiento de la iglesia a través de entrar en el corazón de un creyente. De paso, cuando Satanás viene a un creyente para hacerlo pecar, toda la responsabilidad recae en la persona si le permite a Satanás entrar en su vida. El creyente debe estar prevenido contra el poder del diablo y resistirle por fe (1 P. 5:8–9).
- “[¿Qué hizo que] mintieses al Espíritu Santo?” Con esta pregunta, Pedro pone en evidencia el corazón mismo del pecado de Ananías. Aun aceptando el hecho que Satanás influye en el corazón de cada uno de vez en cuando, en el caso de Ananías Satanás ha llenado completamente su corazón. Como consecuencia de ello, Ananías mintió al Espíritu Santo, echó a Dios de su vida y pecó conscientemente. Su pecado, entonces, no es sólo una mentira, sino un engaño total. El quiere que la iglesia crea que él está donando dinero para complacer a Dios. Su mentira, como lo dice Pedro, no es a los hombres, sino a Dios (v. 4). Ananías actúa como si creyera que Dios no está al tanto de las actividades diarias de la iglesia y, en consecuencia, no tiene idea de su plan engañoso.
- “[¿Qué hizo] que sustrajeras para ti parte del precio del terreno?” Como Pablo informa a los cristianos de Corinto, “Dios ama al dador alegre” (2 Co. 9:7); es decir, Dios se regocija cuando un creyente da de corazón. Dios desea que todos sus hijos den generosamente y no por la fuerza.
La respuesta de Ananías a Pedro debió de haber sido afirmativa. Como la parte culpable, Ananías no puede decir una palabra. Guarda silencio (compárese Mt. 22:12) porque ha cometido un grave pecado contra Dios y ahora se enfrenta al castigo.
El pecado es un misterio que hace que el hombre actúe irracionalmente. Si Ananías hubiese sido honesto y franco, él tendría que haber sabido que la propiedad y, después de su venta, el dinero pertenecía a él mientras estuviera en su posesión. El pudo haber hecho con él lo que le hubiera placido y no habría tenido que dar cuentas a nadie. Sin embargo, dejó que Satanás llenara su corazón, rehusó adorar a Dios y en cambio hizo al dinero el objeto de su adoración. Aunque estaba sirviendo a su ídolo, él todavía deseaba la alabanza del pueblo de Dios por su aparente generosidad fingida. Debe haber sabido que el hombre no puede servir a dos señores, a Dios y al Dinero (Mt. 6:24; Lc. 16:13).
- “¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No mentiste a los hombres, sino a Dios”. Algunos antiguos manuscritos sustituyen las palabras esta maldad por “esto”. Ananías ha cometido una maldad a los ojos de Dios y del hombre. El tenía que haber sabido que Dios es verdad y luz y que la mentira tiene su origen en el diablo. Pedro llega a la conclusión de que Ananías trató de mentir al hombre, pero terminó mintiéndole a Dios. El hombre siempre está delante de Dios, quien lo ve todo (véase Pr. 15:3).
Pedro no hace distinción entre Dios y el Espíritu Santo. En el versículo 3, afirma que Ananías ha mentido al Espíritu Santo, y en el versículo siguiente dice que la mentira fue a Dios. Pedro, por lo tanto, identifica al Espíritu Santo con Dios. En un versículo más adelante (v. 9), hace referencia al Espíritu del Señor. Para él, entonces, el Espíritu Santo es Dios; es la tercera persona de la Trinidad: Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
Lamentablemente el pecado produce la muerte, la muerte espiritual del creyente. Y algunos no se percatan de ello. No sea un cristiano de apariencias, ya que esas apariencias destruyen la posibilidad de acercamiento de alguien a Dios. Los corazones se endurecen hoy día, en algunos casos, por el mal obrar de los que profesan una fe en Dios. No se comporte como ellos. Lo que haga, hágalo honestamente, sinceramente delante del Señor.
La mentira nunca podrá triunfar. Dios, quien conoce los corazones, y pesa lo que hay en ellos, el dirá con jusiticia si estamos correctamente delante de Él. No olvide:
1 Samuel 16:7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
Conclusión
Deje atrás la mentira, la murmuración. No pierda el ánimo por la persecución que pueda sufrir. La iglesia en el siglo I no permitió que estas situaciones definieran el rumbo de la iglesia. Había algo claro, la obra de Dios debía ser extendida, por lo tanto, no había tiempo para estas situaciones, por lo tanto era necesario cortarlas de raíz.
Bibliografía
Kistemaker, S. J. (2007). Comentario al Nuevo Testamento: Hechos (pp. 195-196). Libros Desafío.
0 comentarios