Copilado por L. Felipe Torres M.
Introducción
La iglesia cristiana nació en un mundo ya envejecido. Grandes imperios habían surgido y luego desaparecido. Las glorias de Egipto, Sumeria, Babilonia, Asiria, Persia, y Grecia eran cosas del pasado. Ahora Roma, el más grande de los imperios, regía el mundo civilizado. Fue casi exclusivamente dentro de ese imperio que la iglesia cristiana pasó los primeros cinco siglos de su existencia. Antes de comenzar el estudio de la historia de la iglesia, es importante considerar brevemente las características principales del mundo en el cual se desarrolló. Para ello debemos tener en cuenta el Imperio Romano, el trasfondo judío de la iglesia, la influencia del pensamiento griego, y las distintas religiones que el cristianismo halló en su derredor.
Desarrollo
Cuando nació Jesús, Roma ya tenía unos 750 años. Fundada como una pequeña aldea a orillas del río Tíber en Italia occidental, creció hasta hacerse un pueblo, luego una ciudad, y por fin un estado. A través de guerras y tratados con los estados vecinos siguió el proceso de expansión. En 265 A.C., quinientos años después de su fundación, Roma era ya dueña de toda la península itálica. Luego se extendió hacia el oeste a través del mar. En menos de cien años había conquistado las islas de Sicilia, Córcega, y Cerdeña, el poderoso estado de Cartago en el norte de África, y mucho de España. De allí se volvió hacia el este y el norte. Conquistó todas las tierras sobre el Mediterráneo, toda la Galia hacia el norte, y parte de la Alemania de nuestros días. Fue así que Palestina vino a quedar bajo el control del imperio en el año 63 A.C., y se transformó en una provincia del mismo en el A.D. 6.
El trasfondo judío
La iglesia cristiana tiene sus raíces en la historia y la religión de Israel. “La salvación viene de los judíos”, dijo Jesús (Jn 4:22). Jesús no vino para abrogar sino para cumplir la ley y los profetas (Mt 5:17). Aquellos que pertenecen a Cristo son linaje de Abraham, herederos de acuerdo con la promesa (Gá 3:29). Así como la Palestina era parte del Imperio Romano, la iglesia está relacionada, y muy profundamente, con Israel, el pueblo de Palestina. La iglesia primitiva era totalmente judía, su Salvador era judío, y todo el Nuevo Testamento fue escrito, probablemente, por judíos. (Boer, 2001).
El inicio de la iglesia
El Señor Jesús dice los siguiente:
Marcos 9:1 También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.
El Señor aquí hizo la declaración más especifica acerca del establecimiento de su reino.
Ya el profeta Daniel había declarado que Dios establecería Su reino en los días del imperio romano.
Daniel 2:44 Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre,
Juan el bautista, por estos días afirma que el reino se había acercado.
Mateo 3:2 y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
Así entonces, desde aquellas palabras, el pueblo de Israel, de aquella época son testigos directos del establecimiento del Reino de Dios en la tierra, donde moraría con el hombre y todos sería enseñados por Dios.
Jesús promete que dicho reino sería uno que llenaría toda la tierra, y que las puertas del hades no iban a prevalecer contra este reino.
Mateo 16:18-19 18Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. 19Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
Jesús vino a la tierra para ofrecer Su vida como sacrificio por los pecados del mundo. Dios lo levantó de la muerte y lo exaltó a Su propia diestra (Hechos 2:30-33).
Hechos 2:30-33 30Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, 31viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. 32A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.
Hechos 1 nos habla de la ascensión de Jesús desde la tierra. Mientras Sus discípulos observaban, Él fue levantado de la tierra y escondido de su vista por una nube.
Hechos 1:9 Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.
A Jesús se le da toda potestad y autoridad.
Mateo 28:18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Aún los discípulos más cercanos a Jesús no entendieron al principio la naturaleza de Su reino. Todos los judíos estaban esperando un imperio terrenal con su sede central en Jerusalén. Las multitudes habrían estado gustosas de coronar a Jesús rey para un reino de tal naturaleza (Juan 6:15).
Juan 6:15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.
Incluso, después de resucitar, seguía en el pensamiento de sus discípulos esta idea, de un reino conforme al modelo del mundo.
Hechos 1:6 Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?
Él no contesto directamente. Ya les había enseñado muchas cosas directamente con respecto al reino, pero ellos no habían entendido completamente.
Jesús les indica:
Hechos 1:4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.
Y sería el Espíritu Santo el que los llevaría a toda la verdad y les recordaría todo lo que Jesús les había enseñado.
Juan 16:13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
Juan 14:26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
Jesús ascendió al cielo, y los apóstoles regresaron a Jerusalén a esperar los acontecimientos adicionales. Diez días después, estaban juntos, e inesperadamente, el sonido de un viento recio llenó el cuarto. Lenguas repartidas como de fuego se asentaron sobre cada uno de ellos, y pudieron hablar en idiomas que nunca habían aprendido (2:1-4). La fecha era el 29 D.C.
Hechos 2:1-4 1Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Inesperadamente, por vez primera, empezaron a entender que el reino que por tanto tiempo fue esperado sería diferente a todos los reinos que lo habían precedido. No habría un palacio terrenal con un rey terrenal dirigiendo a sus soldados a conquistar nuevas tierras. Más bien, sería un reino que cruzaría todas las fronteras políticas y alcanzaría los corazones de las personas. El rey estaría en el cielo a la diestra de Dios y los súbditos serían todos los que voluntariamente diera su lealtad a Él haciendo caso omiso de su antecedente de raza o político. Jesús había estado preparando súbditos para Su reino cuando predicó lecciones tales como: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mat. 5:3). (Waldron, 2000)
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