INTRODUCCIÓN. Una gran parte del pueblo religioso cree en Dios y en Su Hijo. Están convencidos también en su buena voluntad que por el mero hecho de creer ya son salvos. En el momento de su “conversión” hacen una oración más o menos parecida a lo que sigue: “Señor Jesucristo, creo en que moriste por mí, y hoy te recibo como mi Salvador, amén”. Desde ese momento son salvos y en el futuro, nada ni nadie hagan lo que hagan podrá quitarles la salvación; tienen el cielo asegurado. Con esta oración han adquirido un seguro contra todo riesgo para llegar al cielo. ¿Es esto lo que enseña la Biblia?
1. LO QUE YO CREO COMO VERDAD NO NECESARIAMENTE LO ES. En el libro de Génesis 37: 31—35 nos damos cuenta que Jacob fue engañado por sus hijos respecto a la muerte de José. Por mucho tiempo creyó como verdad lo que era una mentira, finalmente se dio cuenta que en lo que creyó por mucho tiempo, no era verdad.
Algunos deciden creer en el brujo, otros en el horóscopo, unos más en la metafísica, otros creen en el líder religioso de turno; sí, están creyendo, no se puede negar, pero, ¿han obedecido?. Usted, en el ámbito espiritual, ¿en qué cree?.
¿Qué creía e l apóstol Pablo antes de su conversión? él mismo nos da la respuesta en el libro de Hechos 26:9-11. Aquí la palabra “deber”(dei) en el original significa, “es necesario”, “se tiene que”. Pablo creía que tenía la verdad al perseguir la iglesia del Señor. Pablo estuvo por mucho tiempo errado respecto a la verdad.
El hombre estuvo errado por muchísimo tiempo creyendo que la tierra era el centro del universo, hasta descubrir que no era así. Muchos de nosotros estuvimos errados respecto a nuestra fe por algún tiempo hasta que conocimos la verdad respecto a Dios. Lo importante y trascendental en este aspecto, es reconocer y rectificar como lo hizo Pablo.
2. LA VERDAD ES COMPROBABLE. Habrá oído tal vez usted decir a alguien: “Esta es mi versión de la verdad”, acaso ¿tiene la verdad varias versiones? ¿No tiene que ser la verdad una sola?. De acuerdo a Nuestro Señor Jesucristo, la verdad es una, leamos en Juan 17:17. Esta es la verdad. Ser santificado es ser separado, la Palabra de Dios obra en la persona para separarlo de todo lo opuesto a ella. La Palabra de Dios es la verdad, la realidad, en oposición a la palabra de los hombres. La Palabra de Dios –no la de los hombres- lleva implícita la verdad a diferencia de la palabra de Satanás que es mentira (Juan 8:44), y si la Palabra de Dios es verdad, ella nos dice en Juan 14:15 “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. El mismo Jesús dice que el que cree en Él, necesariamente tiene que obedecerle, no basta con sólo creer. Creer en Él y no obedecerle es aún no haber creído. El mismo Jesús ilustra este tema con un estupendo ejemplo en Mateo 21:28-32. Para el tema que nos ocupa aquí, el segundo hijo representa a todos los que dicen creer en Él pero no hacen conforme a sus mandamientos. Corolario: el creer no sólo es cuestión de declararlo, además de esto hay que demostrarlo.
3. CREER ES OBEDECER. En la carta que escribe Santiago, este hombre propone un diálogo entre alguien que defiende la fe sola; esta persona está convencida que basta con creer, que el obedecer no es esencial. Su oponente asegura que está equivocado, le dice que lo que verdaderamente vale es el actuar, el obedecer (Santiago 2:18-22). Nos dice el Espíritu Santo por medio de Santiago que la única forma de demostrar la fe, es por medio de obras (obras de obediencia de acuerdo al contexto). La persona demuestra por medio de sus obras –que son visibles-, que tiene verdadera fe –que es invisible-. La conclusión de Santiago no puede ser más clara, dice que las obras son evidencia de la fe y que si alguien dice tener fe únicamente, pero sin obras, está siendo mentirosa. Remarca en el versículo 19 que esa persona que dice tener solo fe, está en la misma posición que los demonios respecto a su salvación. Los demonios creen pero no tienen salvación. Dios pide obediencia, no sólo buenas intenciones.
4. SÓLO SE PUEDE OBEDECER SOMETIÉNDOSE. Nuestro máximo ejemplo, el Señor Jesucristo durante su peregrinar, estuvo sometido, nos lo dice la carta a los hebreos 10:8-9. Toda su vida fue una de obediencia al Padre. Cuando se dirigía a Él en oración le decía: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
Romanos 6:16 si no estoy sometido a Dios, estoy sometido al diablo.
A todo lo largo de la Biblia sólo leemos de dos grupos de personas; los obedientes a Dios y los desobedientes, no existe un tercer grupo.
Es bien revelador darse cuenta que en el idioma original del Nuevo Testamento las palabras creer (pisteuo) y obedecer (peitho) son casi idénticas, tienen una estrechísima relación etimológica; de hecho la diferencia de significado es que obedecer (peitho) implica la obediencia producida por creer (pisteuo). Vamos a ratificarlo con un ejemplo bíblico donde aparecen ambas palabras, para que sea la Palabra de Dios la que nos convenza, y no argumentos humanos. Hebreos 3:18-19, nos asegura el pasaje que la desobediencia de los israelitas era evidencia clara de su incredulidad. Muchos de ellos creían en Dios, de lo contrario no se habrían sumado a los que salieron de Egipto; sin embargo cuando llegó el momento de demostrar su fe, no pasaron la verdadera prueba, pues no obedecieron, no actuaron, no hicieron conforme a lo que Dios mandaba. Otro ejemplo claro lo encontramos en Hebreos 11:18, dice el Espíritu Santo que Abraham demostró su fe por medio de obedecer el mandato.
Un texto abusado continuamente es Juan 3:16 porque allí dice “… Para que todo aquel que en Él cree…” y se llega a la falsa conclusión que basta con creer para ser salvo. Esta es una parte de la disertación del Señor Jesús que empezó en su conversación con Nicodemo y termina en el versículo 21, no en el 16; ahora leamos desde Juan 3:16 al 21. El mismo contexto nos habla de obras en tres oportunidades (versículos 19 al 21), si respetamos el contexto –como debe ser- el Señor no habla aquí de sólo creer, está diciendo que el que practica (hacer algo continuamente, periódicamente) la verdad demostrándolo por medio de sus obras (versículo 21), ese es el que cree en Él.
!Qué desconsolador será, y qué sorpresa se llevarán aquellos miles que dicen creer en Él, pero no le obedecen; eso tendrá consecuencias eternas.
CONCLUSIÓN. Cuando una persona obedece a Dios, está dando con esta, la única evidencia posible de que en su corazón cree a Dios.
La fe es del corazón –invisible a los hombres-, la obediencia pertenece a la conducta y puede ser observada.
las personas se dan cuenta que usted es cristiano, no porque usted lo dice; sino porque sus actos de obediencia al Señor lo demuestran.
Cuando Dios habla, calle, no pregunte, sólo escuche y obedezca rápidamente.
Todas las citas bíblicas usadas fueron extraídas de la Reina Valera 1960
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