En la enseñanza del pasado 31 de octubre, el hermano Luis Felipe Torres Muñoz ofreció una introducción estructurada al Evangelio según Mateo, como parte de la serie sobre el Nuevo Testamento. La lección se centró en identificar el mensaje central del libro, su audiencia original y sus características únicas, todo fundamentado en la inspiración de la Escritura (2 Timoteo 3:16-17).

El mensaje central del evangelio de Mateo, según se expuso, es demostrar que Jesús es el Mesías de las profecías del Antiguo Testamento y el Rey de los judíos.

Este tema se anuncia desde el primer versículo: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham” (Mateo 1:1). El expositor destacó la importancia de esta genealogía; no solo conecta a Jesús con la realeza (Hijo de David) y la promesa pactada (Hijo de Abraham), sino que la frase “libro de la genealogía” vincula intencionalmente este evangelio con el libro de Génesis, presentando a Cristo como la culminación de la historia del pueblo escogido de Dios, desde David hasta el Mesías.

Se subrayó que el auditorio original de Mateo eran los judíos. Esto explica por qué el autor no se detiene a explicar las costumbres judías, a diferencia de Marcos o Lucas, y por qué hace constantes referencias a las profecías del Antiguo Testamento como cumplidas. Mateo ofrece un registro detallado de cómo los eventos de la vida de Jesús (su nacimiento virginal, su huida a Egipto, su ministerio en Galilea, e incluso su crucifixión) sucedieron “para que se cumpliese” lo dicho por los profetas.

Finalmente, la enseñanza resaltó las características únicas de este evangelio. Mateo pone un énfasis especial en las enseñanzas de Jesús, dándonos la narración más amplia del “Sermón del Monte” (capítulos 5-7) y un conjunto clave de parábolas sobre “el reino de los cielos” (capítulo 13).

En conclusión, la lección permitió a la audiencia comprender que el Evangelio de Mateo fue escrito con el propósito claro de presentar a una audiencia judía las pruebas irrefutables —basadas en la genealogía y la profecía cumplida— de que Jesús de Nazaret era, en efecto, su Rey y Mesías largamente esperado.