A la hora de estudiar para estar aquí en frente dándoles una enseñanza, uno se auto-flagela. La Biblia es así, una espada de doble filo que, al yo intentar escudriñarla para enseñarles, también me reprendo a mí.
En esta noche he querido traerles una breve historia, y de esta historia, una explicación, y espero que cada uno de nosotros lo guardemos en nuestros corazones, y lo más importante, que lo pongamos en práctica.
Se cuenta que un joven caminaba con su padre, cuando se detuvieron en una curva. Después de un pequeño silencio el padre preguntó al hijo: “Además del canto de los pájaros, ¿escuchas algo más?” Durante algunos segundos el muchacho se concentró en los ruidos del ambiente, y luego respondió: “Estoy escuchando el ruido de una carreta.” “Correcto,” dijo el padre, “es una carreta vacía.” “¿Cómo sabes que está vacía si no la estás viendo?,” preguntó el joven. “Es muy fácil saberlo. Cuando una carreta está vacía hace mucho ruido. Cuanto más vacía está, tanto mayor es el ruido que hace.” Cuando el joven de la historia, que nunca olvidó la lección de su padre, cada vez que veía que alguien hablaba demasiado, o hacía alarde de sus conocimientos, le parecía escuchar otra vez la voz de su padre que le decía: “Cuanto más vacía la carreta, tanto mayor es el ruido que hace.”
Proverbios 12:23. Quizás no hay mejor ejemplo que la carreta vacía, que el de los líderes religiosos del tiempo de Cristo, a ellos sí les gustaba hacer muchísimo ruido. Lo publicaban a los cuatro vientos cuando ayudaban a un necesitado, les gustaba las oraciones largas y en público, para que la gente los viera. Cuando ayunaban ponían caras largas y desfiguradas para que la gente admirara la piedad de ellos (Mateo 6:5).
¿A quién impresionaban estos líderes? Absolutamente a nadie. La gente los conocía muy bien, e incluso el Señor Jesucristo los tachó como hipócritas. Usted hermano, poco se deje impresionar por esas carretas vacías. Usted los va a encontrar en muchas partes, aquellas carretas vacías que por dentro están huecos pero alardean su conocimiento, quieren exhibir su sabiduría, pero lo único que logran hacer es mostrar su ignorancia y su inmadurez, y por supuesto, usted hermano no incurra a esto. Tarde o temprano la gente se dará cuenta de su verdadero valor, por tanto, no se afane en exhibirlo. Que su mayor anhelo sea ser semejante al carácter que nuestro Señor Jesucristo tenía, y que su mayor gloria sea vivir para alabarlo.
No seamos esas carretas vacías, no seamos huecos por dentro. Somos obesos espiritualmente, alardeamos mucho esa sabiduría, pero ¿acaso la estamos poniendo en práctica? Si no es así hermano, auto-evalúese, analice qué está fallando, corríjalo, porque no está actuando bien delante de Dios.
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