Nuestra vida es un viaje corto, efímero, sin mucho por decir cuando lo comparamos con la eternidad. Suelo preguntarme a veces ¿Por qué un Dios tan grande, bondadoso, misericordioso, temible y justo nos dice que vivamos para Él?
Mateo 16:25-26 25Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. 26Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Como dice un comentarista reconocido: ¿En qué consiste el discipulado cristiano? En ir en pos de Jesús. El discípulo verdadero sigue a Cristo en el dolor para seguirle en el honor: Por la cruz a la luz—dice el adagio—[1].
Lamentablemente muchos hombres y mujeres viven una ley creada por ellos mismos, consideran que pueden, según ellos, salvarse a su manera, crear su propia norma y disfrutar de la vida eterna, simplemente porque Dios es bueno y no puede negarse en esa bondad y misericordia, así que, en la mente de ellos, Dios esta obligado a permitirles vivir como ellos quieran y al final de sus vidas disfrutar de las promesas y bendiciones de Dios.
Pero… ¿Qué es nuestra vida? – Bueno, Jacobo, el hermano del Señor responde a esto por inspiración Divina:
Santiago 4:14 cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.
¿Y podemos vivirla a nuestra manera?
Por supuesto que no, ya que la verdadera vida no esta en esta tierra, esta en el cielo, al lado de Dios para toda la eternidad. Y dependerá mucho en como viva usted este pedacito de tiempo para gozar de ese privilegio. Porque en el cielo no habrá lugar para los egocéntricos, para los hombres y mujeres que no consideran la voluntad de aquel que nos da el bienestar eterno.
Así que ocúpese en vivir una vida de negación en esta tierra, para que viva una vida de gozo en el cielo, por toda la eternidad. No cambie un gozo pasajero por un gozo eterno. Ya que la perdida será tremendamente grande.
Es mejor negarnos para disfrutar de la verdadera vida: notemos lo que dice el comentarista al respecto:
Niéguese a sí mismo. ¿Qué significa, en realidad, negarse a sí mismo? ¿Negar que uno existe, o que es lo que es? ¡No! Negarse a sí mismo es decirle a ese «Yo» (con mayúscula) que hay dentro de nosotros, y que nos inclina a ser egocéntricos, autónomos y autosuficientes, que no, que no queremos seguir nuestros propios planes ni servir a nuestros propios intereses, sino depender en todo de Dios y hacer y sufrir todo cuanto Él tenga programado para nosotros. Esta es la tarea más difícil para cualquier creyente, y la más penosa de las tres crucifixiones que Pablo menciona para el cristiano (Gá. 2:10; 5:24; 6:14). Si uno no crucifica ese «yo» en aras del amor de Dios y del prójimo, de nada le sirve repartir todos sus bienes, ni siquiera entregar su cuerpo a las llamas (1 Co. 13:3). ¡Y qué difícil es negar a ese «Yo»! Es una tarea constante, porque ese «Yo» es capaz de revivir y levantar la cabeza aun detrás de las más santas intenciones[2].
[1] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bíblico de Matthew Henry (p. 1144). Editorial CLIE.
[2] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bíblico de Matthew Henry (p. 1145). Editorial CLIE.
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